Esta es la reseña que hizo mi amigo Chomi Ingelmo, y describe el cd mejor que nadie:
Mi amigo Chefo acaba de sacar un disco.
Pero no es un disco más.
Es un homenaje.
Una carta de amor.
Una aventura pixelada que empieza con ladridos.
Contexto rápido:
Chefo ha tenido varios perritos a lo largo de su vida.
Y como es músico (y un poco friki, en el mejor sentido),
decidió que no quería recordarlos solo con fotos.
Quería hacerles un videojuego…
o al menos, la banda sonora de ese juego que solo existe en su cabeza.
Así nació "Little Big Machines":
un álbum hecho de 8 bits, ritmos arcade y mucho, mucho corazón.
Cada canción es como un nivel distinto.
Un escenario.
Un mundo en el que uno de sus perretes imaginados se convierte en protagonista:
corre, salta, lucha, se pierde, se encuentra…
y todo eso con una melodía de fondo que te lleva directo a una sala de recreativos de los 80,
pero con una sensibilidad muy actual.
Cuando me lo contó, le pregunté:
"¿Y esto lo va a entender la gente?"
Me dijo:
“No sé si lo entenderán, pero si lo sienten, ya vale.”
Y eso es lo que pasa cuando lo escuchas:
te toca algo.
Te hace sonreír sin saber por qué.
O pensar en tu mascota.
O en tu infancia.
O en esa época donde los videojuegos eran simples, pero la imaginación lo era todo.
Así que si te apetece algo distinto.
Algo que no te grite en la cara, sino que te acaricie la oreja con sonidos de maquinitas, emoción nostálgica y ternura sincera…
Dale al play.
"Little Big Machines" no es solo un disco.
Es una consola emocional.
Y tú tienes el mando.